En Tabasco, México, la reciente ola de violencia ha alcanzado niveles alarmantes, manifestándose en una noche de horror que involucró disturbios en cuatro cárceles y episodios de tiroteos y quema de vehículos en la capital, Villahermosa. En las primeras horas del sábado 23 de diciembre, el pánico se apoderó del fraccionamiento Campestre, donde se produjo un tiroteo inicialmente vinculado al secretario de Seguridad del Estado, Hernán Bermúdez Requena, debido a la proximidad de su residencia al lugar del incidente, aunque esta conexión fue rápidamente desmentida.
Carlos Castillejos, vocero institucional del Gobierno de Tabasco, desmintió de manera categórica los rumores sobre un ataque armado contra Bermúdez, enfatizando la falta de veracidad en la información difundida y la importancia de evitar la propagación de noticias falsas. La noche continuó con informes locales que señalaban la quema de al menos una treintena de vehículos, tanto de carga como particulares, durante unas horas de fuego que se prolongaron hasta la madrugada, dejando la ciudad con una apariencia de campo de guerra, afectando incluso algunos negocios.
En línea con los disturbios habituales durante las festividades navideñas, se registraron motines en varias cárceles del Estado, incluyendo Comalcalco, Huimanguillo y la Ciudad de Villahermosa, donde se informó de dos personas fallecidas. El secretario de Seguridad anunció por la mañana que se ha restablecido el control y la seguridad en los municipios y centros de reinserción donde se produjeron los disturbios, gracias a una operación coordinada entre la Secretaría de Defensa, la de Marina, la Guardia Nacional, la Fiscalía y la propia Secretaría de Seguridad estatal.
Cabe destacar que el presidente López Obrador se encuentra en Tabasco durante estos días de Navidad, como figura en su agenda oficial, mientras las redes sociales reflejan la violencia en el estado, vinculándola con comentarios políticos sobre el presidente y los resultados en la lucha contra la violencia durante su mandato.
Es importante señalar que los disturbios violentos suelen preceder a los motines en las cárceles como una táctica para desviar la atención de las autoridades mientras los reclusos se sublevan. Este patrón ya se ha observado en otras ocasiones, como en Ciudad Juárez a principios de este año, donde un extenso motín dejó 17 muertos y más de 20 fugados, incluido “El Neto”, líder del grupo criminal Los Mexicles.